Jesús enseñó, además, que siempre debemos recordar el reino de Dios en nuestras oraciones. Cristo murió para establecer ese reino, y nos pide que oremos para que la familia del Rey crezca, para que cada día se unan nuevos súbditos al reino. El número de miembros del reino no se completará sino hasta que regrese el Rey de reyes y Señor de señores. Oremos por ese reino cada día, para que miles sean parte de él y para que el rey venga pronto.
También nos enseñó que cada oración debe ser un suspiro de gratitud por la provisión diaria que viene de Dios. Todo lo que necesitamos para nuestra subsistencia proviene de nuestro Padre celestial. Cada oración debe rebosar gratitud. La gratitud debe marcar siempre tu vida de oración.
En la oración modelo, que toda plegaria debe ser una declaración de alabanza a Dios por el perdón que hemos recibido. El perdón es el mejor regalo que jamás hemos recibido. Alabemos a Dios por su gracia abundante, por la gracia incomprensible que nos ha declarado sin culpa delante de él.
El enseñó cómo hacer oraciones poderosas. Oraciones que ayudarán a establecer un mundo nuevo. Muy pronto vendrá el reino de Dios, y en él habitarán las personas que santifican el nombre de Dios, y elevarán cánticos de alabanza por la gracia salvadora recibida. Dios te bendiga; es mi deseo y oración.
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